Este 2023 iba a ser el año de la recesión debido a la crisis inflacionista. El deterioro de la renta disponible de los agentes, la elevada incertidumbre, las sanciones comerciales… Todo apuntaba a malas noticias económicas. Las expectativas tan negativas de mediados de 2022, sin embargo, se van disipando según la demanda interna y el empleo aguantan el tipo. Los datos del inicio del ejercicio obligan a rehacer los cálculos y donde antes ponía recesión, ahora hay que ajustarlo a una pequeña expansión económica que se irá acelerando a medida que pasen los meses.
Entre quienes han tenido que ajustar sus previsiones se encuentran los inversores. El escenario previsto para 2023 no solo no se ha cumplido, sino que las principales inquietudes desaparecen con el paso de los días. Ante el cambio de escenario, las perspectivas de beneficio aumentan la rentabilidad de los dividendos y, sobre todo, se acalla el…