Las exportaciones de armas en el mundo crecieron un 14% en el periodo 2012-2016 respecto a 2007-2011. Hacia Oriente Medio, el incremento fue del 86%. Sin embargo, la región no ha desarrollado de forma significativa su industria militar. Solo Israel y Turquía están entre los 25 principales países exportadores de armas. En contra de lo que se cree, con más control del comercio de armas y menos proliferación, hoy estaríamos mejor preparados para hacer frente al terrorismo.

Una región relativamente pequeña pero que contiene algunos de los conflictos más enquistados y virulentos. Interferencias e intervenciones militares. Tensiones entre los diversos Estados líderes de la región. Ecos de unas revoluciones populares, las primaveras árabes que, en algún caso, abrieron grietas a los autoritarismos existentes y que, en muchos otros, terminaron aplastadas por un nuevo ciclo de represión y en un contexto de nuevas tensiones. Un balance inquietante en términos de derechos humanos. Y, todo ello, conjugado con una inversión militarista notable y creciente: subidas en el gasto militar, un activísimo comercio de armas, etc.

De forma extendida, aunque altamente cuestionado en términos de análisis rigurosos de seguridad, existe un esquema por el cual una potencia, o un país que aspire a serlo, debe disponer de unas robustas capacidades militares. Obviamente, la actuación de las grandes potencias globales proyecta, impulsa y refuerza ese esquema. Y los Estados emergentes, llamados a desempeñar un papel regional o que ambicionan jugarlo, suelen lanzarse a una carrera armamentística, ya sea a través de la promoción de su propia industria militar o bien acudiendo al mercado internacional de las armas para abastecerse. Mucho de ello podemos ver en la región de Oriente Medio y el Norte de África (MENA).

Pese a la dificultad para obtener datos fiables y precisos, entre los 15 principales países del mundo con…