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Del crudo al ‘high tech’ en el Golfo

Fernando Barciela
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Los países del Golfo, los más exitosos en el uso de los ingresos del crudo para diversificar sus economías, intensifican las reformas para situarse entre los más competitivos del mundo. Se trata de depender menos del crudo y dar empleo a unos jóvenes cada vez mejor formados.

A nadie le cabe la menor duda de que las seis economías del Golfo –Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Omán y Bahréin– son una auténtica isla de prosperidad en Oriente Próximo. Las imágenes de Dubái, uno de los siete integrantes de EAU y su apabullante y vanguardista skyline han dado la vuelta al mundo. Y no es la única maravilla de la zona. Abu Dhabi (otro de los emiratos), Kuwait City o Doha (en Catar) producen la misma impresión de asombro. Sobre todo porque hace dos o tres décadas, estas flamantes urbes diseñadas por los arquitectos de más renombre eran pequeños poblachos dormidos.

Estos Estados, integrados en el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), parecen actualmente empeñados en desarrollar y construir lo mejor, lo más grande, lo más difícil todavía. Los puertos más descomunales, los aeropuertos más apabullantes, los rascacielos más altos, los hoteles más lujosos, las avenidas más anchas y largas, los trenes de alta velocidad más lujosos… De momento, son los más ricos. Cinco de los 12 Estados del mundo con la renta per cápita más alta están en el Golfo. Catar el primer país del mundo en PIB por habitante, con 146.000 dólares por persona, según el FMI; Kuwait el quinto, con 71.000; EAU el séptimo, con 63.000; Arabia Saudí el 11, con 52.000 y Bahréin el 12, con 47.000. Un poco más abajo, Omán con solo… 43.000. En la misma liga que países como Australia, Holanda, Noruega y Luxemburgo y bastante lejos de España, con 32.000 euros.

Cierto…

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