POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 87

De Venezuela a Francia. Principios democráticos ¿para todos?

Editorial
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Jefferson tenía razón: el precio de la libertad es el de su permanente vigilancia. Claro que Jefferson escribía a finales del siglo XVIII. Con lo que no contó el político estadounidense fue con que los principios democráticos pudieran alterarse en función de las circunstancias. El fallido golpe contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y la respuesta a los resultados obtenidos por Jean-Marie Le Pen en la primera vuelta de las presidenciales francesas ilustran la aparente facilidad con que pueden adoptarse distintas varas de medir.

En Francia, la reacción contra Le Pen ha movilizado a la nación para –irónicamente– votar a Jacques Chirac, representante de esa clase política y de ese sistema de partidos que los ciudadanos quisieron castigar en la primera vuelta.

Posiblemente la extrema derecha francesa –el Frente Nacional y formaciones próximas– puede reunir, pronto lo veremos, un 15 por cien de votos propios, a los que debe sumarse el voto aventurero. En la extrema izquierda, el trotskismo podrá acercarse añ 10 por cien. Quiere decirse que la suma de votos empeñados en destruir el sistema, alcanza en Francia una alarmante proporción próxima al 25 por cien. No debe consolar a los franceses o a los europeos que la tendencia opuesta aglutine a tres cuartas partes del país. Enfrente hay uno de cada cuatro franceses decidido a acabar con lo que hemos entendido por democracia: estado de derecho, libertad de voto, sociedad vertebrada, cuerpos intermedios, libertad de conciencia y de expresión, solidaridad con las capas más pobres de la sociedad nacional e internacional, igualdad de oportunidades en la línea de salida… Y junto a ello los grandes empeñosde la modernidad: el esfuerzo educativo a partir de fórmulas de formación permanente; la batalla medioambiental con la progresiva sustitución del carbón y del petróleo; la integración intercultural de las razas…

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