Desde los primeros asentamientos de población a los primeros flujos de migrantes latinos de mediados del siglo XIX –continuos hasta hoy– las comunidades hispanas se han configurado como un elemento fundamental para comprender en toda su complejidad la sociedad estadounidense contemporánea. Hoy, 54,1 millones de personas con raíces hispanas viven en Estados Unidos según los últimos datos censales disponibles. Representan el 17% de la población, han sido responsables de la mitad del crecimiento demográfico entre 2000 y 2012, y las proyecciones indican que podrían llegar al 30% en 2050, cuando EE UU se convertirá en el primer país hispanohablante del mundo.
Ante la enorme diversidad en términos de competencia lingüística, tanto en inglés como en español, diversos grupos han mantenido el avance del español pese a las políticas que, lejos de fomentar la capacidad bicultural y bilingüe de estos grupos, ponen cortapisas al ascenso educativo y formativo. En este contexto, las industrias culturales se han convertido en espacios que propician el mantenimiento, la difusión y el desarrollo del español en entornos públicos y privados.
Hispanos: ¿consumidores antes que ciudadanos?
Los grupos hispanos han sido tradicionalmente (des)conocidos. Bajo la categoría “hispanic” se ha dotado de una pretendida homogeneidad a una comunidad latina que se caracteriza por una enorme diversidad, manifestada en diversos planos como el acceso al mercado laboral y el nivel de ingresos, hasta la edad media o el nivel de estudios, pasando por los orígenes geográficos, el género, las condiciones de migración o exilio o los procesos de reagrupación familiar, entre otros muchos factores. La mayoría de los hispanos (64%) reconoce que existen muchas culturas diferentes en lugar de una única cultura común “latina” (29%). Sin embargo, existe un punto de conexión en la lengua común compartida: ocho de cada 10 adultos afirma que habla bien el español,…