Israel es la actualidad, Líbano es la actualidad, Fidel Castro vuelve a la actualidad. Sin embargo, los problemas permanentes deben seguirse con creciente atención y eso intenta hacer POLÍTICA EXTERIOR. Las noticias más recientes nos obligan a volver sobre los grandes asuntos que están en la raíz.
Los planes de Estados Unidos para extender la democracia en el Gran Oriente Medio se ven una y otra vez contrariados por los hechos cotidianos: atentados diarios en Irak, con una media de 3.000 muertos al mes en junio y julio; un Afganistán que revive una peligrosa inestabilidad; la influencia creciente de Irán, con quien no se ha alcanzado todavía un acuerdo sobre su programa nuclear; la parálisis de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y el estallido de la guerra entre Israel y las milicias de Hezbolá en Líbano a mediados de julio.
El artículo de J. Scott Carpenter, secretario de Estado adjunto de Estados Unidos, obliga a preguntarse si la administración Bush tiene un plan coherente para Oriente Próximo, incluso si conoce la realidad de todos estos países. El presidente y su equipo parecen convencidos de contar con el apoyo de amplios sectores árabes reformistas, pero los resultados de las elecciones del último año –desde Egipto a Irak, pasando por Palestina– o la crisis de las caricaturas de Mahoma apuntan en otra dirección y muestran la ira de estos países contra Occidente. Borja Bergareche y Ricard González estudian las dificultades para encontrar un camino entre el islamismo y la apertura política.
Destacamos también la Carta de América, casi profética. Su autor, Jaime Ojeda, analiza una vez más los problemas del día confrontados a los problemas de fondo: la división de poderes en la arquitectura política de EE UU, el Tribunal Supremo y su resolución sobre Guantánamo (durísima sentencia, según escribe Ojeda), la…