La prohibición del uso de la fuerza consagrada en la Carta de la ONU se enfrenta a situaciones como Ruanda, Srebrenica y, ahora, Darfur. Ante casos de violencia masiva contra la población de un país y la inacción del propio Estado se ha creado la Responsabilidad de Proteger.
No queremos más Ruandas”. Estas cuatro palabras resumían la idea fundamental del Informe sobre la Responsabilidad de Proteger, presentado por la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía del Estado en otoño de 2001. El principio sobre la Responsabilidad de Proteger (RTP, en inglés) invocado en el informe ha tenido –no obstante Irak y el terrorismo internacional– mucho eco en los últimos años, hasta el punto de ser formalmente asumido por las Naciones Unidas en 2005. El principio ha dominado la discusión en torno a Darfur (Sudán), escenario de un brutal conflicto desde 2003. También se ha invocado la RTP ante el estallido de violencia en Kenia, tras las elecciones del pasado diciembre, o la situación de Myanmar en mayo, tras el paso del ciclón Nargis, dado el sórdido rechazo de la Junta Militar en recibir ayuda humanitaria de emergencia.
A la vista de la respuesta internacional frente a la crisis de Darfur, muchos se lamentan por el aparente fracaso de la idea en su primera prueba, mientras que otros, como Alex de Waal, critican que el énfasis en el envío de tropas para proteger a civiles ha perjudicado el proceso político encaminado a lograr un sólido acuerdo de paz. También resaltan que Unamid, la misión híbrida de la ONU y la Unión Africana (UA), va a desplegarse sin una paz que mantener ni tampoco va a garantizar la protección de los darfuríes.
La RTP es fruto de la interminable controversia sobre el derecho de intervención humanitaria. Es decir, la pregunta de…