El PIB de Cuba se redujo un 0,9% en 2016, el primer declive en 24 años después de la crisis de la década de los noventa. A mediados de 2017, las autoridades anunciaron con júbilo que en el primer semestre se había detenido el descenso y que el PIB había aumentado el 1%. Esto fue antes de los dos huracanes que azotaron Cuba en el segundo semestre del año: Irma y Trump. Pero los problemas venían desde antes y Cuba sufre de nuevo otra severa crisis. Aquí analizamos su magnitud, sus causas y posibles alternativas, basados primordialmente en estadísticas cubanas.
La economía y los servicios sociales cubanos alcanzaron su cénit en 1985-89, antes del colapso de la Unión Soviética y Europa del Este, cuando los servicios se colocaban a la cabeza de América Latina y de varios países socialistas. La crisis de los noventa (el denominado Periodo Especial), la peor desde la Gran Depresión de los años treinta, revirtió dichos logros y, en 2016, la mayoría de los indicadores seguían muy por debajo de la cima alcanzada en 1985-89. La inversión relativa al PIB bajó del 25% al 9%; el índice industrial era un 41% inferior, la producción azucarera un 80%, y el níquel un 29%. El salario medio real (ajustado a la inflación) en el sector estatal cayó el 61% y la pensión promedio real el 50%. Aunque el empleo declarado bajó al 2% (el menor en Latinoamérica), sumado al subempleo configuraba el 28,5% de la fuerza de trabajo. La desigualdad en el ingreso creció sustancialmente; por ejemplo, en 2017 el ingreso de un paladar (restaurante privado) era 284 veces el salario medio estatal y el de una mansión alquilada a turistas suponía 424 veces ese salario.
Para 2017 se proyecta un déficit fiscal del 12% del PIB, el…