Desde enero de 2021, los precios del gas natural se han disparado en Europa, desatando la preocupación por sus posibles implicaciones macroeconómicas. Tanto la demanda como la oferta contribuyen a tensar el mercado. Por un lado, la demanda europea de gas ha aumentado en la calefacción residencial, la industria y la generación de energía. La subida en la calefacción residencial, consecuencia de las frías temperaturas invernales y de la práctica generalizada del trabajo a distancia, impulsaron la demanda global de gas en Europa hasta un aumento interanual del 7,6% en el primer trimestre de 2021. Además, la combinación de un continuo repunte de la producción industrial, las olas de calor del verano –promoviendo el uso del aire acondicionado– y el aumento de los precios del carbón en la Unión Europea –para fomentar la transición al gas– mantuvieron la demanda europea de gas en un nivel elevado durante el segundo trimestre del año.
Por el lado de la oferta, también han surgido problemas, sobre todo porque Rusia ha limitado sus exportaciones por gasoducto a Europa debido a varias razones. Entre ellas, la elevada demanda interna, las interrupciones de la producción, los altos precios del gas natural licuado (GNL) a raíz de la recuperación económica de Asia, y una posible voluntad política de limitar el suministro de gas natural a Europa como medida de presión para que comiencen los flujos a través del gasoducto Nord Stream 2.
En este contexto, los depósitos de gas europeos se han vaciado. Los países recurrieron a sus reservas de gas durante el invierno, pero no han podido reponerlas en verano. En los próximos meses, la necesidad de rellenar los almacenes supondrá un aumento de las importaciones europeas de gas y GNL, lo que fomentará la competencia entre Europa y Asia por el suministro de este último,…