Apenas se ha superado la última crisis de los alimentos cuando se anuncia una nueva. Los países más pobres sufren las complejas causas y efectos de la subida de los precios de las materias primas. Promover la seguridad alimentaria pasa por un apoyo decidido a la agricultura.
Desde que comenzó 2011 se ha producido una nueva subida de precios de las materias primas, la segunda en apenas cuatro años. Si la década anterior ya comenzaba con un cambio en la tendencia de los precios, 2008 sentenció el final de los precios baratos de las materias primas principalmente de uso alimentario, las que más influyen en la vida de las personas con menos recursos. La población que destina más de la mitad de sus ingresos para alimentarse depende de una producción agrícola de subsistencia y su capacidad de ajuste a cambios bruscos es sumamente limitada. Estas personas viven en países de ingresos muy bajos y la nueva subida provocará un mayor aumento de su vulnerabilidad y pobreza.
El abandono de la agricultura durante estas últimas décadas ha aumentado la precariedad y expuesto a los países más empobrecidos a una fragilidad mayor. El objetivo de reducir el número de hambrientos a la mitad se ha cruzado con una crisis financiera donde la economía especulativa ha amplificado el encarecimiento de los alimentos, dejando sin capacidad de reacción a los países de mayor dependencia externa…