Marzo de 1999 no será fácilmente olvidado. El día 16, la Comisión Europea dimitía en bloque, creando una grave crisis institucional. El día 23, la OTAN decidía bombardear Serbia, después de un año de presiones diplomáticas sobre Slobodan Milosevic, más que conocido desde 1991, como autor –en unos casos por acción, en otros por omisión– de la limpieza étnica en Bosnia, luego en Kosovo.

Crisis institucional y crisis bélica: son los dos grandes asuntos de este número de la revista. En ambos Europa se juega su futuro. En el marco de la Unión, el acuerdo en el Consejo Europeo de Berlín (24 y 25 de marzo) sobre el próximo paquete financiero, la designación de Romano Prodi –un político de gran dimensión, con visión de largo plazo, inteligente y decidido, en contraste con su antecesor– como nuevo presidente de la Comisión, y la cercanía de las elecciones al Parlamento Europeo (13 de junio) abren una nueva etapa en la que los intereses nacionales más que los proyectos comunes parecen resurgir con fuerza.Después de la puesta en marcha del euro, el siguiente objetivo de Europa es la política exterior y de seguridad común. También aquí la guerra de Kosovo puede ser determinante.

El conflicto definirá la posguerra fría. La naturaleza de los nuevos desafíos –la represión y violación de los derechos humanos– el problema de los refugiados, las vacilaciones de las democracias europeas para actuar de manera efectiva, su dependencia de Estados Unidos, el futuro de la OTAN o el papel de las Naciones Unidas son algunos de los asuntos objeto de estudio en este número.

Después de cuatro semanas de bombardeos se multiplican las dudas sobre la intervención aliada, mientras se extiende el acuerdo sobre un punto: hay que expulsar a Milosevic del poder. Mientras él siga ocupándolo no habrá solución…