En este número y en los anteriores de POLÍTICA EXTERIOR, seguimos algunos aspectos de la crisis europea, no solo del euro sino de la cohesión, creciente y decreciente, de los 17 Estados vinculados por la moneda única, en medio de ese conglomerado de 27. Pero hay veces en que nos damos de bruces con hechos apremiantes, dos en este caso: el anuncio de ETA del abandono de la actividad terrorista y la muerte de Muamar el Gadafi.
Durante medio siglo España ha vivido ante, con, contra, en, entre, para, por, tras el terror de ETA. El nacimiento del grupo terrorista data de los últimos años cincuenta y primeros sesenta. La primera muerte reivindicada por ETA fue el guardia civil José Pardines, en 1968, años después de comenzar su actividad. Han sido cincuenta y tantos años de presión: finalmente el conjunto de normas y hábitos ciudadanos que llamamos sistema democrático ha conseguido sobrevivir. Pudo no ocurrir así. Escribimos sobre este asunto central porque tiene además un fuerte componente exterior. Esta revista nació marcada por el aislamiento político, después de la muerte del general Franco. Durante cuatro décadas Franco dictó el curso del país, después de una república renovadora y bloqueada, tras una dictadura, suave poder personal, surgida en 1923. Total 52 años. Cruciales años.
Es más que probable que el comunicado de ETA se cumpla. Quizá hayan de pasar años. Pero el acorralamiento policial y judicial es tan persistente que la asfixia apenas deja margen para algo distinto de la extinción. Estados próximos y remotos, Argelia, Cuba, Venezuela, Colombia, Bélgica, Irlanda, han intervenido en la búsqueda de aliados, tan deseada por ETA: sin resultado. Pero ha sido Francia, con gran diferencia, el aliado mayor: no de ETA sino del Estado español. Esto que parece obvio no lo fue siempre. Recordamos cómo…