El Covid-19, enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2 y detectada por primera vez en Wuhan, megalópolis industrial situada en la provincia china de Hubei, se ha propagado velozmente por todo el mundo. China informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la aparición de una enfermedad respiratoria de etiología desconocida el 31 de diciembre de 2019, pero el primer caso confirmado de Covid-19 se remonta a mediados de noviembre de ese año. A partir de ese momento, el virus se extendió por la potencia asiática, el país más poblado del mundo, y actualmente se propaga sin freno por el resto del planeta. El 11 de marzo, la OMS informó oficialmente de que el brote vírico se había convertido en pandemia y declaró la emergencia sanitaria internacional. Muchos países sufren un número creciente de contagios y muertes, y se enfrentan a pérdidas económicas astronómicas. A 20 de abril, este patógeno había infectado a más de 2,4 millones de personas en 215 países y territorios, de las cuales han fallecido por encima de 180.000.
Inicialmente, los casos positivos confirmados se circunscribieron en su mayor parte a la provincia china de Hubei. Sin embargo, después de que el gobierno chino decidiera cerrar la ciudad de Wuhan, los casos confirmados se estabilizaron en torno a los 80 .000, a finales de febrero. Tras mantenerse estables las cifras a lo largo de un mes, China comenzó a levantar las restricciones de viaje a las provincias más afectadas. Ya entonces Corea del Sur era extremadamente vulnerable al virus, debido a la proximidad geográfica y a las frecuentes interacciones entre ciudadanos de ambos países por negocios, turismo o estudios.
A finales de febrero, Corea del Sur presentaba el mayor número de positivos confirmados de Covid-19, después de China. No es de extrañar que todos los ojos…