José de la Peña Aznar es miembro del patronato de la Fundación España Digital.
El poder de las redes lleva a una reducción natural de las jerarquías. Las relaciones tanto en la empresa como en el ámbito privado se darán en un entorno de más igualdad y mutuo respeto. Hoy un bloguero puede tener tanta fuerza como un medio de comunicación centenario.
Vivimos una época en que la tecnología es ubicua y pervasiva. Existe una enorme capacidad de procesamiento a nuestro alrededor en objetos de la vida cotidiana en los que no pensamos, como el coche, la lavadora, el frigorífico, la televisión, etcétera. La tecnología es, en muchos momentos, tan invisible que casi parece “ambiental”. Además de toda esa tecnología, fruto de la evolución electrónica desde los años cincuenta del siglo XX, el final de siglo añadió la capacidad de comunicación de la naciente telefonía móvil de tercera generación, la banda ancha y toda la explosión comercial de Internet.
El nuevo mundo tecnológico, con la preponderancia de Internet, ha modificado hábitos de vida de gran parte de los habitantes de este planeta, al tiempo que en la economía ha alterado modelos de negocio establecidos durante décadas. En suma, Internet y toda la tecnología digital han creado una nueva cultura, un conjunto de creencias y pautas de conducta que han variado con las innovaciones y su extensión en la sociedad.
Habrá quien considere que solo hay una cultura, la dominante en la sociedad, y que la tecnología solo aporta matices, pero yo estoy en absoluto desacuerdo. Creo que Internet, la movilidad y la creciente capacidad de procesamiento y de almacenamiento, está cuestionando la raíz de nuestra actual cultura empezando por asuntos como el valor de la memoria en la educación y pasando por los conceptos de propiedad intelectual, privacidad, identidad…