¿Se ha roto el acuerdo tácito que regula el poder? De Wall Street a Tel Aviv, de Madrid a Londres, han surgido brotes de rebelión con un mensaje común: necesitamos un nuevo contrato social. Es hora de que las empresas actúen como ciudadanos del mundo.
Vivimos en un mundo en la encrucijada: en medio de la mayor crisis económico-finaciera de nuestro tiempo, con otras crisis latentes que, de vez en cuando, resurgen en relación a la seguridad energética, las hambrunas, la escasez de agua o las crisis climáticas, con un horizonte desconocido de revolución digital y con movimientos de protesta ciudadana (en el último año) en el Magreb y Oriente Próximo, en Israel, España, Chile, Grecia, Reino Unido, Estados Unidos… Más que una era de cambios estamos en medio de un cambio de era.
El poder de los gobiernos nacionales mengua y emergen nuevos poderes corporativos. El “poder blando” que legitima a los poderes públicos y privados se concentra paulatinamente en las manos de una nueva generación de millones de ciudadanos a través de las redes sociales. A la vez, la prolongada crisis económica y financiera está destapando el proceso erosivo que sufre la justicia social en los países desarrollados, la total libertad de acción de algunos sectores financieros privados y la pertinaz y cada vez mayor desigualdad en las rentas.
Pero el contrato social, ese acuerdo tácito que regula el poder y la justicia en nuestras sociedades, presenta ya amenazadoras grietas. En los 10 siguientes puntos expondré otros tantos motivos por los que debería ponerse en marcha un debate público sobre la necesidad de repensar el contrato que regula la coexistencia en nuestras sociedades:
1. El “poder blando” que otorga legitimidad cambia de manos.
Si el contrato social aporta la base para un gobierno legítimo,…