Ciencia e Islam
Mucho se ha escrito sobre la oposición del fanatismo religioso a los avances científicos propuestos por figuras como Galileo o Darwin. Que el oscurantismo del medievo tardó siglos en ser desterrado es de sobra conocido. Sin embargo, y sin restar un ápice de valor a las páginas escritas sobre el asunto, el relato de la tormentosa relación entre ciencia y religión a veces adolece de un marcado carácter eurocéntrico. Ciencia e Islam, de Ehsan Masood, pretende corregir precisamente esto.
A través del libro homónimo de la popular serie de la BBC, el aclamado divulgador británico da cuenta, en un estilo sencillo y ameno, del desarrollo científico en comunidades islámicas, desde Asia Central hasta Al Ándalus, entre los siglos VIII y XIV. Resulta que hay mucho que contar: mientras Europa se sumía en un largo periodo de tinieblas, en el Bagdad del siglo IX el sabio al-Jahiz empezaba a intuir aquello que, casi 1.000 años más tarde, daría en llamarse evolución. Valiéndose de este y otros casos, las reflexiones en Ciencia e Islam consiguen que no solo el lector se sorprenda ante la vibrante vida científica en los albores de la civilización islámica, sino que se sorprenda de sorprenderse.
La utilidad de la obra, no estriba, sin embargo, en presentar una mera colección de nombres y avances científicos. Masood comparte un lúcido análisis sobre las causas del auge y decadencia de la ciencia en el mundo musulmán. Lejos de ofrecer una explicación excesivamente centrada en el factor religioso, el autor adopta un enfoque amplio que revela que, bajo las condiciones adecuadas y el buen gobierno, el florecimiento científico no entiende de barreras culturales.