China: la edad de la ambición
China se ha transformado a sí misma en las últimas décadas. En 1989 –cuando millones de chinos marcharon por más libertad y menos corrupción en manifestaciones que terminaron en represión alrededor de la plaza de Tiananmén–, el PIB per cápita del país, una medida de su producción económica, era de apenas 403 dólares anuales. Este año supera los 7.300 dólares. Debido a su meteórico progreso, cada vez se torna en un país más ambicioso y el Partido Comunista Chino se muestra ufano. La rápida expansión de las capacidades militares, una política exterior más firme, y la profundización de las tensiones acerca de la soberanía de territorios vecinos, entre otros, suponen una clara muestra de esta ambición. Los chinos han abrazado la idea de que pueden ser los agentes de su propio destino. No obstante, la movilidad social es escasa y la subordinación del ciudadano al Estado resulta más que evidente. El lema queda claro: prosperidad a cambio de lealtad.
En un país donde toda forma de disidencia es reprimida –o, en última instancia, aplastada– cabe preguntarse si la nueva sociedad china suena según la “melodía central” del Partido, o si la interpretación es más bien discordante. Pero, ¿es acaso posible escribir de forma convincente sobre un país del tamaño de China condensando sus complejidades en una única narración? Evan Osnos se atreve.
Nacido en Londres en 1976, graduado magna cum laude en Harvard en 1998 y escritor en el New Yorker desde 2008, Osnos trabajó previamente como jefe de la oficina de Pekín para el Chicago Tribune, donde fue parte de un equipo que ganó el Premio Pulitzer en 2008 por su labor de investigación periodística. Volvería a rozar con sus dedos este premio al colocar su libro, China: la edad de la ambición, resultado de los ocho años que vivió en el país oriental, entre los finalistas de 2015 para la categoría de no ficción. Se alzó además con el Premio Nacional del Libro un año antes.
La edad de la ambición se sitúa a mitad de camino entre un mosaico de relatos y un estudio académico de los cambios sociales en China. En él se expone la dicotomía entre el individuo y el colectivo, la aspiración y el autoritarismo, en una cultura donde las nociones de individualidad aún contienen connotaciones negativas. Las historias se entrelazan con el telón de fondo de la mayoría de los principales acontecimientos en China de los últimos cinco años: el terremoto de Sichuan, la violencia en Xinjian, la represión del premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo, las movilizaciones de los “jazmines”, la prueba de Ai Weiwei, la fuga del abogado ciego y activista de derechos humanos Chen Guancheng, el escándalo de Bo Xilai, el accidente del tren de alta velocidad en Wenzhou…
Recoge perfiles muy humanos de chinos con mentalidad individual que intentan mejorar sus vidas. Las historias nos presentan a personajes muy dispares: un joven capitán heroico en el ejército taiwanés que abandona la isla y años más tarde se convertiría en el economista jefe del Banco Mundial; un profesor de inglés que crea un imperio nacional de educación del idioma que parte de la premisa de que “gritar” ayuda al aprendizaje; un artista rebelde y tratado de disidente; periodistas chinos que intentan denunciar la corrupción del sistema pero lo hacen con cuidado debido al miedo a posibles represalias; una joven campesina que fundó su propio sitio web de citas y se colocó como una de las emprendedoras más prominentes del país; jóvenes nacionalistas seguros de sí mismos y decididos a defender China de la subversión intelectual occidental; un blogger contrario al régimen que también es piloto de carreras; un político que se ve envuelto en una trama de corrupción y es casi ejecutado… Incluso un barrendero que compone poesía. Lo que podría parecer un conjunto de relatos amables sobre la diversidad de la sociedad china, aparentemente unificada bajo el manto del Partido, se convierte progresivamente en una crónica más oscura a medida que Osnos expone la corrupción, el materialismo vacío y el capitalismo desenfrenado de la sociedad china. Si algo ha transformado el panorama político de China, afirma el autor, ha sido Internet.
El relato que teje Osnos permite que sean sus protagonistas los que hablen por sí mismos y, gracias a la narrativa que recopila, logra esbozar su tesis. Y su tesis es la siguiente: China no es como nos gustaría que fuera o como tememos que sea, es mucho más compleja. La ambición es poderosa en el país oriental, pero no todos los chinos están motivados por ella de la misma manera, no todos están decididos a reclamar lo que consideran su “posición legítima de supremacía mundial”. La búsqueda material, política y espiritual, la autorrealización, está más presente en el pueblo chino de lo que podríamos pensar. Algunos buscan riqueza, otros libertad, y muchos simplemente algo en lo que creer.
La melodía del Partido “parece cada vez más fuera de sintonía con la cacofonía y la improvisación que se produce a su alrededor”, afirma Osnos. Por mucho que el gobierno se esfuerce por ahogar las voces discordantes, la heterodoxia permanece. Quizá lo único que les unifique sea la ambición cruda y desenfrenada con la que millones de ciudadanos chinos están definiendo febrilmente sus destinos.