China es el músculo de los BRICS. Para Pekín, este bloque tiene una gran utilidad como plataforma para participar en la cogestión de los asuntos globales y sirve de punto de apoyo para significarse como un polo de poder internacional sin visibilizarse en primer plano.
La ciudad de Xiamen, en el sureste de China, acogerá en septiembre de este año una nueva cumbre de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) que atisba ya en el horizonte su primera década. El lugar elegido, una de las primeras Zonas Económicas Especiales del país, parece sugerir el mensaje de la apertura y el desarrollo como claves esenciales en las que este grupo de países debiera apostar ante la adversa perspectiva que con sus planes proteccionistas sugieren otros actores internacionales relevantes.
Pese a las complicaciones económicas y políticas de los últimos años, China persiste en su apoyo a los BRICS. Si bien es verdad que los interrogantes acerca del potencial económico y político de los integrantes del grupo no han dejado de crecer desde su primera cumbre, en 2009, para China el grupo sigue desempeñando un papel sustancial en la transformación del orden global. Cabe reconocer pese a ello que las diferencias y asimetrías que siempre han condicionado la heterogeneidad del bloque no han menguado, si bien es de constatar igualmente su compensación con iniciativas de alcance cuyo recorrido solo acaba de empezar y que, a la postre, pueden contribuir a reforzar la identidad del grupo.
La cumbre de los BRICS en China llega después del encuentro del G20 celebrado en Hangzhou en 2016. Esta secuencia muestra con claridad el apoyo que China brinda a estas instituciones. El G20 se concibe como el principal foro de cooperación económica internacional y los BRICS apoyan esa visión. En la perspectiva china, los…