China posee la combinación perfecta de elementos necesarios para atraer inversión extranjera directa. Es posible que haya mercados más rentables y con mano de obra barata, pero no hay multinacional extranjera que se precie en el mercado y no disponga de operaciones en el país.

Durante muchos años, China ha sido, de entre los países emergentes, el que más inversión extranjera directa (IED) ha recibido, hasta tal punto que se ha identificado su éxito económico con la apertura a la IED. Con el paso del tiempo, se ha convertido en mucho más que un receptor de IED, por lo que la idea de la extrema dependencia china del capital y del know how extranjero comienza a cambiar. De hecho, las empresas locales han adquirido un tamaño considerable y la inversión interna es mucho más elevada que la extranjera. En cualquier caso, la IED hacia China ha aumentado sustancialmente año tras año. La caída que sufrió durante la crisis global fue muy moderada y se concentró en 2009, creciendo de nuevo en 2010…