Una nueva generación llegará al poder en China a finales de 2012, cuando Hu Jintao ceda el liderazgo del Partido Comunista a Xi Jinping. El gran debate sobre la nueva doctrina y estructura del partido será el punto de partida para la transformación política.
Desde que se inició la reforma y la apertura de la economía china en diciembre de 1978, el país ha vivido una gran transformación: su PIB ha crecido a ritmo imparable y su posición en casi todas las tablas de los principales indicadores económicos del mundo ha cambiado. Las exportaciones chinas se han incrementado más de 100 veces y la tasa de crecimiento del PIB ha aumentado durante las tres últimas décadas casi un 10 por cien anual. Como consecuencia, en 2011 China se había convertido ya en la segunda economía más grande del mundo, tras haber superado a Japón en 2010, el mayor importador y exportador mundial y el mayor tenedor de reservas de divisas.
Mientras que la economía china, su paisaje físico y su sociedad se han visto profundamente transformados por este proceso de industrialización intensa, el relativo estancamiento de los cambios políticos desconcierta a los observadores externos. El modelo político de China en 2012 es sorprendentemente similar al de 1978, en los albores de la gran transformación. El Partido Comunista de China (PCCh) sigue gozando del monopolio del poder y las estructuras de la élite son también similares a las heredadas de la Unión Soviética a mediados del siglo XX. Un fuerte comité central de 350 personas se asienta en la cúpula de todo el edificio del partido y, dentro de aquel, un politburó completo y permanente ocupa la cúspide del poder. Por tanto, aunque el PCCh haya institucionalizado los congresos y trabajado en su propio gobierno interno –al menos aparentemente–,…