Las buenas relaciones Bruselas-Moscú son esenciales para su prosperidad, para la estabilidad de los países del Este del continente y Transcaucasia, así como para la seguridad global.
Vladimir Putin será con toda probabilidad elegido en marzo para un tercer mandato como presidente de la Federación Rusa, aunque no se puede descartar que tenga que someterse a una segunda vuelta. Para la Unión Europea, esta elección, como todo lo que pase en Rusia, tiene una importancia extraordinaria, pues es tal la confluencia de intereses geográficos, económicos, políticos y de seguridad entre ambas partes, que la convivencia –de mejor o peor grado– es inevitable.
Desde el derrumbe de la Unión Soviética, Rusia busca su equilibrio interior y exterior, así como su lugar en la comunidad internacional. Ese lugar está muy cerca de Europa, a no ser que lo hagamos todos muy mal. Aún hay muchas diferencias de percepción, mucho que discutir, muchas piezas que encajar.