La última Estrategia Europea de Seguridad data de 2003. Desde entonces, el mundo ha cambiado y Europa se enfrenta a nuevos retos como el distanciamiento de EE UU o la emergencia de Asia.

Europa está perdiendo poder e influencia como actor internacional y se encuentra dividida a la hora de responder a nuevos retos globales. Necesita una nueva estrategia exterior, de alcance global. Muchos de los enfoques que orientaron la acción exterior de la Unión Europea en la década pasada se muestran hoy ineficaces y hasta contraproducentes para responder a cambios geopolíticos de envergadura. La Estrategia Europea de Seguridad (EES) promovida por los líderes europeos en 2003 ha cumplido gran parte de sus objetivos, pero no ha generado la convergencia estratégica esperada entre los Estados miembros. Una década después, cabe hablar de cacofonía estratégica en Europa.

La UE debe afrontar dilemas fundamentales. Entre ellos están la decreciente eficacia de su poder blando; las relaciones transatlánticas con un Estados Unidos pivotando hacia Asia, sin que Europa tenga una estrategia ante el continente asiático que abarque el ámbito de seguridad y no solo las relaciones económicas bilaterales; y considerar si el multilateralismo centrado en las Naciones Unidas es eficaz: en crisis de primer orden como Siria, la ONU es un foco de competición geopolítica y equilibrio de poderes.

El Consejo Europeo de diciembre de 2013 ha discutido, por primera vez desde que comenzó la crisis del euro, asuntos de defensa. Como hemos visto en Libia, Malí y otros escenarios, las capacidades e instituciones no sirven si no responden a una voluntad política y unos objetivos estratégicos compartidos. Los líderes europeos deberían dar un mandato claro al próximo Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, de forma que pueda llevar a cabo una revisión estratégica, con la implicación de los…