Las reuniones de jefes de Estado y de gobierno de los 26 países miembros de la Alianza Atlántica, como la celebrada en Bucarest el 2 y 3 de abril, tienen una especial importancia no sólo para los países europeos que forman parte de ella, sino también para la Unión Europea, ya que de los 23 aliados del continente –además de Turquía– 21 pertenecen a la Unión. Dado que según el Tratado de Lisboa, actualmente en proceso de ratificación, la OTAN seguirá siendo, para los Estados miembros que forman parte de ella, el fundamento de su defensa colectiva y el organismo de ejecución de la misma, es evidente que hoy por hoy esta organización continúa desempeñando un papel central en la seguridad de la mayor parte de la UE, y así se mantendrá previsiblemente en el futuro mientras la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) seguirá desarrollándose con un carácter claramente complementario.
Las cumbres de la OTAN son acontecimientos extraordinarios, como lo demuestra el hecho de que la de Bucarest sea la vigésima en 59 años de existencia de la Alianza. En estas reuniones se toman decisiones de la mayor importancia y se marcan las líneas de acción estratégicas que deben regir su actuación hasta la siguiente cumbre, que en este caso tendrá lugar en 2009 en Estrasburgo (Francia) y Kehl (Alemania) para celebrar el 60º aniversario de la organización.
La cumbre de Bucarest dio una importancia especial al proceso de pacificación de Afganistán, dirigido por la OTAN a través de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), a la que contribuyen en mayor o menor grado todos los aliados, además de 14 países no miembros de la Alianza. Entre estos últimos se encuentran Austria, Finlandia, Irlanda y Suecia. Con la excepción de Chipre y Malta, participan en…