La composición de los puestos claves de la nueva Comisión Europea resulta enigmática si se tiene en cuenta el mensaje emitido con las elecciones y las candidaturas. Por un lado, muchos pasos del proceso de nominación y nombramiento mantuvieron algunos rituales del pasado. Por otro, puede haber un cambio significativo que se evaluará en los próximos años.
Resulta visible que la politización usada por los grupos políticos mayoritarios de la Unión Europea ha cambiado el statu quo de la política europea. Los protagonistas han utilizado la campaña para resistir los patrones habituales. Martin Schulz ha sido reelegido presidente del Parlamento Europeo, reforzando un puesto que solía ejercerse en único mandato, pero que ahora tiene el premio de estar dos años y medio más en la élite política. Hubiera triunfado si hubiese conseguido asegurarse un mandato de cinco años tras ser el Spitzenkandidat de las elecciones europeas. Por tanto, sus dos mandatos al frente de la dirección del Parlamento pueden cambiar el puesto en el futuro.
Jean-Claude Juncker, el otro líder de la carrera, le ha dado una lección al Partido Popular Europeo al insistir obstinadamente con el hecho de que su grupo fue el ganador de las elecciones. Asumió la nominación a pesar de contar con muchas reservas de los líderes de su propio partido sobre el Spitzenkandidaten. Y se negó a ser marginado y dar vía libre al Consejo Europeo, permitiendo que la mayoría de los jefes de gobierno de su partido impongan sus decisiones, sin sentirse obligado por el resultado de las elecciones. A menos que su gestión como presidente de la Comisión Europea sea finalmente mala o floja, la insistencia de Juncker en un nuevo método de selección de comisarios puede cambiar la institución y el sistema de nominación para siempre.
Donald Tusk, tercero de los…