En la primavera de 1989 tuvieron lugar en Pekín los sucesos de Tiananmen, a los que puso fin la intervención del ejército contra los manifestantes, que estuvieron a punto de acabar con la política de reforma económica y apertura al exterior. Deng Xiaoping se vio acosado por los ideólogos conservadores, los beneficiarios del viejo sistema económico y los nostálgicos del maoísmo.
Los ideólogos Wang Renzhi, entonces secretario de Propaganda del Comité Central, y Deng Liqun, su antecesor en el cargo, subrayaron que la economía de mercado significaba la liquidación de la propiedad pública y de la planificación económica, lo que equivalía a negar el liderazgo del Partido Comunista Chino y el sistema socialista, y conducía al capitalismo. Song Ping, miembro del Politburó y secretario de Organización del Comité Central, dijo: “Se ha confundido la verdad con el error, lo blanco con lo negro. Se ha desencadenado el liberalismo burgués. Los ideales comunistas han sido denigrados como utopía… Poner el dinero por delante de todo ha sido considerado criterio de conducta. El sistema de propiedad pública, base económica del sistema socialista, se califica de principal obstáculo para el desarrollo económico. Se dice que China debe crear una economía basada en la propiedad privada… Todo esto ha creado una confusión ideológica febril y ha envenenado a muchos miembros del partido, jóvenes en especial”. Se criticó el envío al extranjero de miles de estudiantes, que tuvieron un gran impacto sobre los sucesos de Tiananmen. Si entonces el blanco de los ataques fue el secretario general Zhao Ziyang, que fue destituido, en 2003, Ma Bin, el principal ideólogo de la Nueva Izquierda, atacó directamente a Deng, diciendo que Mao tuvo razón al tacharlo de “seguidor del camino capitalista”, que se equivocó al creer que había rectificado y que Deng, cuando volvió al poder, restableció…