POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 119

Caminar sin moverse

Jaime Ojeda
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Esta inmensa nación comienza a despertar al ir cobrando conciencia de la inquietante pesadilla en la que está inmersa por obra y gracia de un pequeño grupo político que se apoderó del Partido Republicano y del gobierno al calor de una ideología proto-fascista que los trágicos atentados del 11/9/01 elevaron al nivel de una política nacional.

Después de seis años la nación empieza a ver que la “guerra contra el terrorismo” no sólo no está dando resultados, sino que, al contrario, ha sumido a Estados Unidos en una situación insostenible tanto en Irak y Afganistán como en general en todo Oriente Próximo con consecuencias en el mundo entero. Como la “guerra” no ha supuesto impuestos adicionales (se está pagando con la deuda nacional), ni ha requerido sacrificio económico alguno –antes bien, no ha interrumpido siquiera la opulenta prosperidad de esta sociedad de consumo total– la nación ha dejado en manos de ese grupúsculo ideológico la conducción de su política exterior.

Los neoconservadores olvidaron, sin embargo, la reacción del sistema democrático. La nación entera comienza a denunciar la incompetencia manifiesta, la comprobada y reiterada mendacidad del presidente George W. Bush y sus colaboradores y, sobre todo, la irrealidad de su concepción maniquea, tan alejada del mundo que pretenden representar.

Irak es el trasfondo permanente de la campaña electoral, sobre el que juega la incomprensible incapacidad en capturar a Osama bin Laden y sus desalmados secuaces. En los sondeos, más del 70 por cien de los norteamericanos se hacen eco de este sentimiento. Es una reacción que no ha encontrado aún su voz. Los demócratas naturalmente están haciendo todo lo posible por articularla en el Congreso, sin que su tenue mayoría logre superar el bloque republicano. Después de aprobar varias resoluciones y leyes exigiendo la retirada del cuerpo expedicionario en Irak en…

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