La crisis china y la represión sangrienta que ha caído sobre el antiguo imperio del Centro es el primero de los asuntos que aborda este número de la revista. En las últimas semanas de la primavera tuvo lugar la tragedia de la plaza de Tiananmen pronto extendida a todo el país. La crisis geográficamente remota, prolongada a lo largo del verano con sus secuelas de denuncias, ejecuciones y confinamientos, ha sido vivida con angustiada proximidad por millones de europeos. La información sobre sanciones y rupturas diplomáticas ha dejado ver el peso de las realidades sobre las aspiraciones morales. Los compromisos estratégicos de Estados Unidos en la frontera chino-soviética y los sistemas de detección instalados hace más de diez años, de acuerdo con el Gobierno de Pekín, han cobrado una actualidad patente. Nos encontramos de otro lado con las dificultades de una Comunidad Europea cuya reacción económica contra el régimen de Deng se volvería inevitablemente contra el pueblo chino. Las contradicciones diplomáticas se mezclan así en un proceso de gran dimensión histórica.

En las mismas fechas de la crisis china se celebraban las primeras elecciones libres de la Polonia moderna; poco después, en junio, se abría una nueva etapa en Irán tras la muerte del imán Jomeini. Un cuarto acontecimiento de repercusión mundial tenía lugar en Bruselas, donde la Alianza Atlántica recomponía su cohesión después de la crisis de los misiles de corto alcance que distanció al gobierno de Bonn de Washington, Londres y París.

Son cuatro acontecimientos de desigual proporción, pero todos ellos de calado histórica. La intensidad de este último trimestre nos ha forzado a rehacer esta entrega de POLITICA EXTERIOR. Algunos trabajos que iban a publicarse en estas páginas aparecerán en octubre, en el número de otoño.

Los acontecimientos de China son abordados por dos especialistas, uno de…