Los asuntos de envergadura mayor caen de pronto sobre la actualidad, llovidos del cielo, cuando este número 35 está a punto de cerrarse: el acuerdo Israel-OLP y el golpe de fuerza de Yeltsin en Moscú. Hemos reaccionado con un informe sobre la nueva etapa que se abre ante Israel y los palestinos, publicado en las primeras páginas, y un largo análisis hecho sobre el terreno, en San Petersburgo, Novosibirsk y Moscú que aparecerá en el número 36. Aún así, pensamos que la publicación de noticias y reportajes de urgencia no es función de nuestra revista. Su utilidad consiste en el estudio de los hechos cuando se han convertido en elementos de cambio histórico. Damos en este número un estudio del historiador ruso Alexandr Tsipko, escrito antes del golpe de fuerza del presidente Yeltsin el 21 de septiembre. Tsipko es un académico libre de vinculaciones políticas. Su texto revela poca simpatía hacia Yeltsin, pero es un documento rico en información. Tampoco consiste nuestro trabajo en defender o denostar a este o aquel hombre público. Pero creemos que en un momento de casi unánime respaldo occidental al presidente ruso no es malo publicar un artículo discrepante. El informe encargado a nuestros colaboradores, ya camino de Rusia, nos permitirá editar en el número 36 un estudio sobre las consecuencias de este choque entre el poder presidencial y el antiguo Parlamento. Nuestra opinión sobre el drama ruso ha quedado reflejada en un artículo reciente: “El drama de Rusia es, sobre todo, el de la complejidad casi infinita del proceso: la destrucción del antiguo aparato industrial y militar abre una serie de dudas abrumadoras. Ahora acaba de descubrirse que el stock nuclear de la antigua URSS excede con mucho el límite de lo calculado por los servicios occidentales. Moscú podría controlar hoy unas 45.000 cabezas…