Política Exterior llega al número vigésimo quinto cuando han transcurrido cinco años desde su nacimiento en enero de 1987. No caeremos en la tentación de celebrar lo conseguido hasta hoy: pero sí creemos que este número 25 representa algo más que el simple mérito de existir. El hecho de que una revista como POLÍTICA EXTERIOR haya alcanzado 12.000 ejemplares de tirada, con 10.000 de difusión y quizás 20.000 lectores demuestra lo que temerariamente suponíamos: la realidad diaria nos enseña que la sociedad española, lejos de vivir de espaldas al mundo, demanda más y más información sobre los grandes procesos que transforman el orden heredado de la Segunda Guerra Mundial. En la sociedad española hay minorías cada vez más extensas cuya necesidad de información crece sin cesar. Son muchos los sectores profesionales y empresariales que buscan datos sobre la competencia de las empresas europeas, las posibilidades de inversión en Europa del Este, las ayudas comunitarias para programas de I+D… La demanda de informes y análisis crece deprisa en un país que sale de una larga etapa de enfrentamientos internos, libertades mermadas, censura previa y pobre información. Las pomposamente llamadas revistas de pensamiento han tenido en España tiradas casi siempre homeopáticas. POLÍTICA EXTERIOR nunca ha pretendido ser una revista de pensamiento (la adjetivación presupone que los periódicos y semanarios se hacen sin ejercitar las facultades intelectivas), sino un medio de información centrado en el estudio de los asuntos exteriores que afectan a la sociedad española. Creemos que en este campo la pura información –el aséptico reflejo de los hechos– es todavía más necesaria que la opinión de quienes, a posteriori, valoran los hechos. En el número anterior, por ejemplo, incluimos tres textos a nuestro juicio ejemplarmente descriptivos, obra de Daniel Pipes, Jonathan R. Adelman y Jorge Dezcallar, los dos primeros jóvenes historiadores…