Editamos el número 2 de Economía Exterior, dedicado al estudio de economías asiáticas, China en primer lugar. Tratamos de distribuir buena información sobre oportunidades para las empresas españolas. No tratamos de estudiar en cada número una región económica del mundo, en abstracto: queremos dar noticias prácticas sobre posibilidades de intercambio en un área del planeta, con datos actualizados sobre sectores de exportación, corrientes de capital, flujos de tecnología. Siempre, o casi siempre, referido a empresas españolas en el exterior.
La economía japonesa queda fuera de este número. El peso propio de Japón es tan grande, su fuerza productiva tan potente, su condición insular crea tantas tradiciones propias y tal proyección que nos parece un caso aparte del Asia continental. Japón tiene un régimen democrático hace medio siglo. Su cultura del pacto y su situación, no sólo geográfica, lo convierten en una potencia muy distinta del mundo dominado por la presencia de China. “Japón parece desorientado. La recesión más grave desde la posguerra -con un crecimiento cercano a cero de 1992 a 1995- y una prolongada crisis política han minado su confianza e introducido nuevos interrogantes sobre su futuro. Las instituciones y las prácticas que sirvieron de base a su desarrollo se han visto superadas por su propio éxito y muestran síntomas de agotamiento. La competencia mundial y la madurez de su propia economía hacen inevitable un nuevo modelo, que no puede ya basarse sólo en el crecimiento. Por otra parte, la prosperidad ha desatado transformaciones de gran alcance en la sociedad, originando nuevos comportamientos y expectativas individuales, que harán de Japón un país muy distinto en pocos años”. Estos son los términos en que describe el problema Fernando Delage, en un análisis de próxima aparición.
Nos centramos en Asia oriental, con una incursión al universo indio, limitado a un artículo…