Por su fuerza demográfica, México es la tercera potencia de América, después de Estados Unidos y Brasil. Por su PIB, es el cuarto país americano después de Canadá. México –hoy con casi 100 millones de habitantes; 120 millones, dentro de 15 años, según las Naciones Unidas– ha firmado un acuerdo con la Unión Europea (UE): ambicioso acuerdo según su título de Asociación Económica y Coordinación Política. Es un avance de particular interés y hemos decidido analizarlo en economía exterior.
Escriben en este número el vicepresidente español Rodrigo Rato, y los ministros mexicanos Herminio Blanco, secretario de Comercio; Luis Téllez, secretario de Energía; y Óscar Espinosa, secretario de Turismo. Publicamos también siete breves estudios sobre la relación futura que México y la UE acaban de suscribir. Javier Herrero, consejero-delegado de Iberdrola; Francisco Pérez González, vicepresidente del grupo Santillana de Ediciones; o Luis Abril, director general del BSCH, escriben desde España sobre tres sectores en rápido crecimiento en México, electricidad, edición y banca. Otras colaboraciones españolas o mexicanas –Juan José Zaballa, Eduardo Gutiérrez o Álvaro de la Riva, entre las primeras; Carlos Ceceña o Valentín Díez Morodo, entre las segundas– ayudan a completar el entendimiento de ese acuerdo, que entrará en vigor el próximo 1 de julio y que será el instrumento que regirá las relaciones futuras entre una potencia económica, la UE, y una de las sociedades más pujantes del continente americano.
México firmó en 1994 con Estados Unidos y Canadá el NAFTA (North America Free Trade Agreement), en español tratado de Libre Comercio (TLC). No conviene pasar por alto la diferencia jurídica entre tratados y acuerdos. Pero aun así México, que no alcanza los 5.000 dólares de renta per cápita, habrá de competir con dos gigantes, el primero del mundo, Estados Unidos, con 30.000 dólares de renta individual (el PIB…