La empresa española no debe estar ausente de una de las zonas con mayor dinamismo económico –Asia–, que cuenta casi con la mitad de la población mundial y, en la actualidad, supone alrededor de un tercio del PIB global. Éste es el asunto central del número 15 de ECONOMÍA EXTERIOR.

Es cierto que la crisis asiática de 1997-98 ha sido dura y ha afectado negativamente al crecimiento y al comercio, pero las dificultades remiten de forma clara y rápida. Asia ha vuelto a crecer con una fuerza sorprendente. Hay que destacar, además, que a pesar de la intensidad de esa crisis, China ha logrado tasas de crecimiento altas (cercanas al 8%), ha mantenido sus compromisos y no ha devaluado su moneda, lo que ha sido valorado por la comunidad internacional como una política responsable.

Como se muestra en los artículos de este número, la penetración de la empresa española en Asia es reducida y se enfrenta a muchos problemas: lejanía, desconocimiento, fuerte competencia internacional… Las empresas españolas no han hecho hasta ahora un esfuerzo de suficiente envergadura para entrar en los mercados asiáticos. Hay un problema especialmente serio para ciertos sectores, es la falta de una imagen-país adecuada. La industria española y su capacidad tecnológica son mal conocidas. España sigue asociada, a los ojos de muchos asiáticos, al turismo y a la agricultura. Estudiar los problemas de la imagen-país de España en los países de Asia es una de las cuestiones clave que urge afrontar.

¿Cómo vencer estos obstáculos? Habría que destacar una idea que tiene especial importancia: el apoyo institucional, por las características sociopolíticas de muchos países asiáticos, es un instrumento de gran efectividad para incentivar la actividad de las empresas. Los gobiernos de nuestros competidores actúan con energía y constancia en este frente, promoviendo visitas oficiales y dando…