Las perspectivas de la economía británica para los próximos años son positivas. Reino Unido lo ha hecho bien en tiempos difíciles, lo hará mejor cuando la economía esté en la senda de la recuperación. La única sombra es el Brexit, la posible salida del país de la UE.
Le duela a quien le duela, la economía británica, frecuentemente vilipendiada por los partidarios del modelo continental liderado por Alemania, se ha comportado durante los años de la crisis que empezó en 2008 mucho mejor que las economías del resto de la Unión Europea. Pese a que se vio afectada por las mismas amenazas que el resto de la zona, ni su PIB ni su tasa de empleo cayeron a los niveles de los países de la eurozona. Y aunque se enfrentó, en parte por la debacle de sus bancos, a unos déficits igual de galopantes que los de las naciones periféricas, su deuda tampoco se disparó hasta los extremos vistos en otros países.
Pese a todo ello, en Europa Continental, pocos se muestran dispuestos a refrendar el modelo británico de gestión de la economía, al que se acusa de estar excesivamente desregulado y de haber sido diseñado a la medida de las necesidades del mundo corporativo –bajos impuestos, un Estado social insuficiente, baja inversión pública, leyes muy laxas y sindicatos muy débiles– en detrimento de las condiciones laborales de los británicos que, según esta teoría, disfrutarían de unos ingresos por debajo de la media europea.
Lo curioso es que los británicos no parecen compartir la visión continental de su modelo económico. En Reino Unido existe bastante consenso en que la flexibilidad es básica para que exista crecimiento económico. Por eso apoyaron a Margaret Thatcher durante varias legislaturas en el pasado y han apoyado al actual primer ministro, David Cameron, en…