Las expectativas eran altas cuando, tras ganar las elecciones de octubre en 2015, Justin Trudeau prometió a los canadienses que restauraría los “caminos soleados” y el crecimiento de la clase media. El primer ministro anunció al mundo “Canada is back” (Canadá ha vuelto). Prometió una política exterior “constructiva y compasiva”, con un regreso al multilateralismo y el foco en el clima, la emigración y la desigualdad. La administración de Donald Trump –proteccionista, populista y unilateralista– supone ahora el mayor reto para el gobierno de Trudeau. Gestionar al Tío Sam –la relación con Estados Unidos es la más importante para Canadá– ha puesto a prueba a los gobiernos canadienses desde el momento de la Confederación, hace ahora 150 años.
En su mayor parte, el primer ministro Trudeau ha cumplido sus promesas respecto a la política exterior. En estos casi dos años de gobierno, la marca internacional de Canadá ha mejorado. Pese a que los canadienses piensan que el mundo es un lugar más peligroso, depositan una gran confianza en la habilidad de Trudeau para gestionar los asuntos internacionales. Pero al mismo tiempo que Canadá celebra su 150 aniversario, Trump presenta un reto personal para Trudeau, al que ha de enfrentarse correctamente.
El método Trudeau y su mensaje
Tan solo unas semanas después de asumir el cargo, Trudeau participó en cuatro cumbres internacionales: la de la Commonwealth en Malta, el G-20 en Turquía, el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en Manila, y la Conferencia de París sobre el Clima. Ganó aplausos por su encanto personal e impresionó a los líderes extranjeros con su capacidad de escucha. En París, Trudeau y su equipo abrazaron la necesidad de una acción por el clima y trabajaron constructivamente para alcanzar el consenso que dio lugar al acuerdo internacional.
En el tradicional Discurso…