Tres mandatos consecutivos y una deriva autoritaria son el resultado de las elecciones del 9 de abril que dieron a Buteflika el 90,24 por cien de los votos. El presidente ha logrado contener a los militares y excluir a los islamistas. El precio ha sido la debilitación de las instituciones.
En su primer mandato como presidente de Argelia (1999-2004) Abdelaziz Buteflika logró restaurar cierto nivel de seguridad, insertar el país magrebí en el espectro internacional y recuperar parte del poder que acaparaban los militares. Durante su segundo mandato (2004-09), afianzó su poder, estableció un ambicioso plan económico y enmendó la Constitución permitiéndole presentarse indefinidamente a la presidencia. Entre el boicoteo de los principales partidos de oposición ante lo que consideran “la mascarada presidencial del 9 de abril” y otros cinco candidatos de poco peso, Buteflika ha obtenido una victoria a medida en unas elecciones sin mayores sorpresas que la inverosímil tasa de participación del 74,54 por cien. La futura sucesión del régimen forjado por un presidente de 72 años, de salud inestable, pesa sobre el futuro político de Argelia.
A los 26 años, Buteflika lideró la política exterior argelina como ministro de Exteriores bajo el mandato de Huari Bumedian. Su primer desengaño con los militares tuvo lugar en 1978, cuando cedieron a Chadli Benyedid la presidencia que él ambicionaba. El regreso de Buteflika a la vida política argelina se hizo esperar. Autoexiliado desde 1981, regresó por la puerta presidencial y esta vez de la mano de los generales. Tras el golpe militar de 1992, los golpistas tantearon a Buteflika para ocupar la presidencia. Ante sus reticencias, Liamin Zerual fue el presidente designado en 1994, sin llegar a finalizar su mandato al convocar elecciones anticipadas en 1999.
De nuevo, la urgente necesidad de un candidato devolvió la figura de Buteflika, un…