En la agitada escena política del Este europeo de los últimos años la transición a la democracia en Bulgaria es posiblemente la menos conocida. Sin embargo, los acontecimientos en este país siguieron el camino clásico de todas las revoluciones –un período de varios años de acumulación de tensión (la gente ya no quería vivir como antes y los dirigentes no eran capaces de cambiar sus métodos de gobernar)– que llevó a un clímax del que ya no se podía volver atrás (el golpe palaciego contra el dictador Todor Zhivkov) y desde este momento se encadenó el proceso irreversible de cambios políticos. Aún nos falta la perspectiva histórica para analizar propiamente todo lo ocurrido y este artículo representa sólo un intento de exponer el desarrollo de los hechos y de marcar algunas de las características de la transición búlgara a la democracia y a la economía de mercado.
En Bulgaria a diferencia de países como Polonia, Checoslovaquia y Hungría no existía una oposición organizada y bien articulada –un hecho clave para entender las particularidades de su transición–. Durante los últimos años del régimen totalitario sí que aparecieron los gérmenes de varias organizaciones opositoras como era el caso del Movimiento de Derechos y Libertades de la minoría étnica turca surgido en clandestinidad después del comienzo en 1984 de la campaña forzosa de bulgarización de los turcos en el país. Pero el MDL militaba sólo dentro de la población de origen turco y tenía pocos contactos con otras organizaciones. El gran protagonista de la oposición emergente era el Movimiento Ecologista lo que forzó al régimen a tomar medidas de represión contra él. Los ecologistas se unieron en virtud de los graves problemas de contaminación del país como resultado de la industrialización acelerada. La polución con gases dóricos y otras sustancias nocivas de la…