POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 220

Brexit: recetario para paliar el desastre

Peter Foster, látigo del Brexit desde el Financial Times, propone soluciones bajo una premisa: primero pongan orden en el Reino Unido.
Enrique Rubio Ezquieta
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El Brexit como síntoma. En sus artículos, columnas y boletines, Foster ha asaeteado inmisericorde desde hace años a los muñidores de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Cada texto, un dardo. Desde los escolares franceses que deben cancelar su viaje de estudios por falta de visados a la empresa de flores de la campiña inglesa cuyo negocio se ve arruinado por las trabas burocráticas, el periodista ha diseccionado con minuciosidad de entomólogo los pequeños naufragios cotidianos de una operación que, dejémoslo claro ya, a su juicio nunca se debió producir.


What went wrong with Brexit
Peter Foster
Canongate Books, Edimburgo, 2023
192 págs.


Pero las urnas hablaron, y el realismo se evaporó. El “pecado original” –como titula de forma inequívoca la introducción del libro– fue prometer que fuera de la UE sería más fácil afrontar los desafíos del mundo actual. La política británica se embarcó entonces en un viaje de pensamiento mágico hacia ninguna parte. De todos los Brexit posibles, cree Foster, el Reino Unido escogió el peor. Con unas consecuencias negativas, además, que no solo eran predecibles, sino que se conocían.

Esta obra parte de la asunción de que se han perdido ocho años –desde el referéndum– y ya es hora de despertar de la ensoñación. La primera parte del libro es un compendio de los desastres provocados por la salida de la UE y, sobre todo, por el acuerdo comercial de “Brexit duro” que firmó en diciembre de 2020 Boris Johnson.

Foster es despiadado con la actitud antiempresarial de los líderes conservadores. El que se presenta al electorado como “partido de los negocios” infligió a las compañías –con el silencio cómplice de éstas, acusa el autor– un acuerdo de mínimos que introdujo mayores trabas. ¿Ventajas del Brexit? Foster cita una proclamada por el negociador británico, David Frost: reintroducir el sello de la Corona en las pintas de los pubs. Y así.

La divergencia regulatoria, que los trompeteros del Brexit vendieron como una de sus grandes oportunidades, se ha quedado en lo que el periodista llama “divergencia performativa”: decir una cosa cuando la verdad es justo la opuesta.

La segunda parte del libro ofrece sugerencias para tratar de corregir el rumbo de la relación. Para empezar, el Reino Unido debe poner fin cuanto antes a la “narrativa de la traición”. Cualquier crítica se ha presentado como parte de una conspiración contra el Brexit, lo que ha maniatado el debate. En el fondo, nada se solucionará con Bruselas hasta que no se limpie dentro de casa. “Arreglar el Brexit no irá, sobre todo, del Brexit. Se tratará de poner orden en la propia casa del Reino Unido”, escribe.

Pese a todo, cita campos en los que debería haber espacio para avances, especialmente cuando en 2026 llegue la preceptiva revisión quinquenal del acuerdo: controles fitosanitarios, visados, mercado del carbono, IVA, reglas de origen o certificaciones se identifican como áreas con potencial de mejora.

A Foster se le podrá achacar que recurra a datos y cifras todavía muy recientes, que impiden apreciar los efectos del Brexit con mayor claridad. Más aún si se tiene en cuenta que la salida de la UE se hizo efectiva en mitad de la pandemia y poco antes del estallido de la guerra de Ucrania.

Aunque, quizá donde el libro sufra más, es en su enfoque eminentemente económico, abordando solo de pasada las causas políticas detrás del Brexit, con la inmigración a la cabeza. Que fue un harakiri económico es algo casi incontestable. Pero el Brexit se mueve en otras coordenadas: la soberanía, el tribalismo, la emoción. Y quizá contra eso ni un millón de libros puedan hacer mucho.