La liberalización del comercio exterior, la desregulación de sectores productivos y la reducción de la intervención estatal han contribuido a un aumento de la competencia en el mercado interno y a una mayor imbricación de la economía brasileña en la mundial. El autor sostiene que, a pesar de las reformas de fondo pendientes, Brasil se encuentra en el rumbo adecuado y será capaz de aguantar la crisis económica. España se ha convertido en el segundo inversor extranjero.