El precio de la electricidad, el déficit tarifario y los límites de ciertos tipos de energía, sugieren el interés español por diversificar su matriz energética al máximo. Una reflexión sobre biocombustibles podría ser fructífera ya que el sector transportes demanda el 40 por cien de la energía.

Llama mucho la atención que en España el tema de los biocombustibles no forme parte del debate sobre la energía. Se habla mucho de las energías eólica y solar. Se habla, bien o mal, del petróleo, del gas natural y de la energía nuclear. Se piensa en el coche eléctrico. Pero son pocos los que se paran a pensar sobre las posibilidades de los biocombustibles para la matriz energética española y mundial. Y, salvo error, no existen discusiones sobre las oportunidades de cooperación Brasil-España para aprovechar el potencial de esos combustibles limpios y renovables.

En esta revista, el año pasado se publicó un artículo sobre el etanol y su futuro. El texto, además de aportar algunas informaciones sobre el uso del etanol en Brasil, resume bien los elementos que llevan a muchos a “demonizar” los biocombustibles y a no ver con buenos ojos la transferencia de la experiencia brasileña a otros países. En el texto, el etanol se transforma en el principal causante, real o potencial, del cambio climático, de la deforestación de los bosques y de la inseguridad alimentaria. Esas tesis no son nuevas y son repetidas en la mayoría de los artículos sobre biocombustibles.

Con este artículo, nos gustaría contribuir a un debate un poco más equilibrado y –quién sabe– ayudar a que España y Brasil trabajen juntos en el desarrollo y difusión de los biocombustibles…