Big Data: hacia el mercado rico en datos
La reinvención de la economía. El capitalismo en la era del big data es un ensayo provocador. Con el concepto reinvención solíamos aludir al esfuerzo de los individuos y las compañías para superar una crisis o enfrentarnos a un reto. Ahora es la economía en su totalidad la que se reinventa.
El big data se ha convertido en una fuente inagotable de recursos. Los autores Viktor Mayer-Schönberger (profesor en la Universidad de Oxford y uno de los mayores expertos sobre datos masivos) y Thomas Ramge (escribe para la revista de negocios brand eins y The Economist) argumentan que no es el dinero lo que hace tan potentes a empresas como BlaBlaCar, Amazon, Uber, eBay o Airbnb. Es la explotación masiva de grandes cantidades de datos. Solo manejando datos ha cambiado nuestra forma de ver el transporte, el turismo, el alojamiento, la comida o el consumo. La fórmula puede aplicarse a muchos sectores como la sanidad, la educación y la energía. Con las empresas tecnológicas financieras, también denominadas fintechs, el capitalismo de datos sustituirá al capitalismo financiero a la antigua usanza. Para cuando acabe la década de 2020 muchos bancos habrán desaparecido.
Esto generará – lo está haciendo ya – profundos cambios en la sociedad. En este libro el mercado tiene el papel protagonista. Los datos y la tecnología permiten su renacimiento. Su resurgir se basa en el acceso a datos profusos y exhaustivos y en la capacidad de traducir esos datos en decisiones.
El mercado es un mecanismo social descentralizado. Hemos dependido del dinero y del precio para reducir la cantidad de información que hay que comunicar y procesar. Esa fijación en el precio ha mermado la principal capacidad del mercado: coordinar. Por supuesto, el dinero no ha dejado de tener valor pero hoy los participantes del mercado ya no utilizan el precio como el principal transmisor de información. La riqueza y manejo de datos nos permite dejar atrás las limitaciones del dinero. En las últimas décadas economistas y matemáticos han desarrollado algoritmos que evalúan series de múltiples preferencias para identificar las mejores opciones. En 2012 el Nobel de Economía premió a dos expertos en oferta y demanda, Alvin Roth y Lloyd Shapley, y sus estudios sobre posibles rediseños de los mercados. Los algoritmos, que existen al menos desde tiempos de los babilonios, en su unión con los ordenadores están cambiando el mundo. En el big data analizan millones de datos de consumidores. Son asimismo cruciales elementos como el aprendizaje automático (machine learning) y la retroalimentación. Mediante esta última se analizan resultados en tiempo real, lo que permite determinar los aciertos o corregir las posibles desviaciones en las estrategias diseñadas.
La era digital
En el contexto del viraje de los mercados de base monetaria a los ricos en datos, las empresas tradicionales no pueden sacar el mismo partido a la era digital y tienen que replantearse la manera en que están organizadas. A largo plazo es posible que se reformen en base a dos arquetipos. Uno en que siendo propietaria de los recursos necesarios para su funcionamiento, la compañía estará dirigida y administrada por máquinas. En el otro las empresas dependen de los mecanismos del mercado al tiempo que van deshaciéndose de la mayoría de sus funciones organizativas. A las ya existentes y a las nuevas start-ups les espera la complicada tarea de decidir qué delegan en las máquinas y aprovechar el poder del mercado para mejorar su coordinación.
¿Cómo afecta todo esto al mercado laboral? La preocupación en torno al papel cada vez menos central del trabajo y al cambio en la distribución de los ingresos causa alarma. En 2014 la aguda crítica del capitalismo del economista Thomas Pikkety en El capital en el siglo XXI se convirtió en éxito de ventas. Lo malo es que ese temor es a su vez aprovechado por los movimientos populistas y sus recetas simplistas y engañosas. Los legisladores de muchos países proponen dos tipos de respuestas. Una distributiva (sistema fiscal más justo) y otra participativa (reconversión de los trabajadores). Hay, sin embargo, una medida mucho más radical. Se trata de una renta básica universal (RBU). Un cheque mensual para no tener que preocuparse por la subsistencia propia y de la familia. La RBU tendría la dimensión redistributiva (se obtiene de los impuestos y se le da a todo el mundo) y la participativa (además de cubrir necesidades básicas su objetivo es permitirles volver a incorporarse al mercado laboral). No es necesariamente una mala idea aunque no es innovadora. Si los datos nos permiten ir más allá del dinero, choca pensar que la RBU hace solo hincapié en este aspecto. No ofrece nada más allá del dinero y parece limitar de forma artificial el alcance de lo que podría hacerse.
La explotación del ‘big data’
Los mercados ricos en datos no van a solucionar todos los problemas ni están exentos de debilidades estructurales. Deben estar protegidos frente a la concentración. En lo relativo a los participantes y en lo relativo a los procesos de toma de decisiones. El mecanismo que proponen los autores es la obligación de una compartición progresiva de datos. Por otra parte se promueve así la diversidad y la competitividad.
La explotación de datos es un negocio de dimensiones incalculables. Sin duda puede contribuir a nuestro bienestar. El peligro es una gestión abusiva y monopolística. Gobiernos y empresas se enfrentan a un desafío fundamental: saber cómo usar y analizar semejante volumen de información. Para lograr una aplicación responsable es necesario que los reguladores acuerden unas normas que ordenen el nuevo juego económico.
Los mercados ricos en datos nos acercan a una economía más sostenible, menos derrochadora, sobre todo en comparación con los mercados tradicionales de base monetaria y sus excesos de avaricia y voracidad. Serán más eficientes y empoderarán a las personas. A diferencia de las máquinas, no tenemos que ser los más eficientes. Nuestra tarea consiste en llevar la iniciativa, ser creativos y establecer vínculos sociales significativos. En definitiva, ser realmente humanos. Al liberar nuestros cerebros de decisiones rutinarias, podemos centrarnos en aquellas que cuentan de verdad y en las que nos gusta tomar. Podremos marcar la cantidad de ayuda que queremos recibir. Dicho de otro modo: elegiremos elegir. El big data es un instrumento colosal que nos ayudará a elegir bien mas no nos librará, en última instancia, del deber de escoger.
El mercado no es tan solo una forma de repartir bienes físicos escasos, sino una forma de coordinación humana efectiva y eficiente. Al coordinarnos, los humanos afrontamos la escasez de tiempo y asimilamos el mundo en toda su diversidad.