Hace dos años comenzó la celebración de los bicentenarios de las independencias en América Latina y la cita ha pasado casi desapercibida. La unidad latinoamericana ha brillado por su ausencia.
“Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.” Pablo Neruda, Confieso que he vivido.
Para celebrar los 200 años de independencia, cada país ha creado su propia comisión encargada de la organización de los diferentes actos en los que enmarcar sus fiestas patrias. Más allá del intento de establecer nexos entre las conmemoraciones –un logo común, la impresión de sellos conmemorativos, la coincidencia en el tiempo– lo cierto es que el evento ha revestido un carácter nacional y, por tanto, local, muy alejado de la actuación en bloque que podía esperarse de las repúblicas latinoamericanas.