POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 182

Los Balcanes ante su mejor oportunidad

La renovada ambición de la Comisión, junto a las presidencias de Bulgaria y Austria en 2018, recuperan la ampliación en la agenda de la UE.
Salvador Llaudes
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En 2018 se cumplen 14 años del inicio de la denominada “ampliación al Este”, que culminaría con el ingreso de Rumania y Bulgaria en 2007, al que se puede añadir el de Croacia en 2013. Desde entonces, la agenda de la ampliación ha pasado a un segundo plano en la Unión Europea. El ingreso en 2004 de 10 países al mismo tiempo en un proyecto que por entonces contaba con 15 socios no fue en absoluto sencillo. Además, en la opinión pública europea (sobre todo en algunos países) se ha producido en los últimos años una especie de cansancio psicológico respecto a la entrada de nuevos miembros al club, conocida como “la fatiga de la ampliación”.

Pero no nos engañemos. Si bien en 2004 se adujeron motivos morales (“deuda” con la otra parte de Europa, que había vivido bajo el yugo soviético desde la Segunda Guerra Mundial), el motivo de más peso para la ampliación era una cuestión geopolítica de primer orden. La UE pasó de 15 a 25 socios de un día para otro, con un aumento de población sustantivo y una extensión de sus fronteras considerable. En aquel momento la Unión rebosaba confianza (aún no se había producido el No a la Constitución Europea en los referéndum de Francia y Holanda realizados en 2005) y todos los países apostaban por la ampliación, aunque algunos, como Reino Unido, lo hacían con la velada intención de dificultar la “profundización” del proyecto.

Ahora, tras muchos años guardada en el cajón, la política de ampliación acapara de nuevo portadas. Y la geopolítica ha vuelto a desempeñar un papel fundamental. En el actual mundo neowestfaliano, Europa tiene pocos amigos y le conviene no perder influencia en su vecindario. A la creciente asertividad de Rusia (en Siria y Ucrania, pero también en los Balcanes…

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