Poco a poco tratamos de avanzar en el camino trazado: hacer una revista de estudios sobre la internacionalización de la economía española y el fenómeno globalizador. Queremos conseguir que nuestra publicación, lejos de ofrecer capacidades somníferas, sea una excitante máquina de nuevas ideas, una invitación a pensar, a imaginar y a saber. Nunca hemos querido hacer una revista económica más, tratamos de acometer monográficamente problemas relacionados con esos dos asuntos: cómo internacionalizar una economía anclada en antiguos hábitos de aislamiento; y cómo hacer frente a las posibilidades y amenazas de una economía crecientemente globalizada.
Pensamos como Timothy Taylor: la globalización no es una cura mágica para todas las flaquezas de una economía, ni una patente de corso para grandes empresas decididas a buscar exclusivamente el beneficio rápido, dañe a los trabajadores o destruya el entorno. Tampoco se trata de sustituir los avances, lentos y difíciles, hacia nuevas formas supranacionales de gobierno. El impulso globalizador, en su nivel elemental, significa la expansión de las posibilidades comerciales, nada más. Pero avanzar por ese camino requerirá más sentido del orden, mayor capacidad organizativa, mayor disposición al cambio: todo ello combinado con una firme disposición a fijar los pies en la tierra, lejos de las fantasías y los sueños. Precisamente porque la globalización entraña oportunidades inéditas de llegar a mercados más amplios y lejanos, con posibilidades económicas hoy incalculables, hay que mantenerse pegados al terreno.
Nuestra revista seguirá, por ahora, ocupándose monográficamente de grandes problemas, actuales todos pero no sometidos a la actualidad. Hoy analizamos la primera fase de implantación del euro, mañana las políticas de crecimiento en América Latina y los sistemas cambiarios en la región –tan influyentes en la economía española–, más adelante dedicaremos un número a la sociedad del conocimiento, después estudiaremos el futuro de la Unión Europea ampliada. Todo ello…