El crecimiento exponencial del sistema financiero internacional se ha llevado a cabo sin una coordinación efectiva de las políticas, sin una robusta arquitectura financiera mundial y, desde luego, sin una regulación internacional adecuada de los nuevos productos financieros.
El auge del capitalismo financiero, también llamado financiarización de la economía, se entiende como el proceso experimentado durante los últimos 30 años en muchas economías avanzadas, por el que el sector financiero ha cobrado cada vez mayor peso en el PIB, así como por el aumento en general de transacciones financieras sin una finalidad productiva. Íntimamente asociada a esta evolución aparece la generación a medio plazo de burbujas especulativas y crisis financieras, con consecuencias negativas enormes en términos de crecimiento económico, empleo y bienestar social.
Algunos ejemplos ilustran bien el fenómeno. Mientras el PIB mundial a precios corrientes se ha duplicado entre 1990 y 2005, el volumen de transacciones de los mercados de divisas se ha multiplicado por 3,5, el de deuda pública y el de derivados por cuatro, y el de acciones por nueve. El monto de divisas negociado en un solo día en 2006 (año anterior al estallido de la crisis financiera mundial) era muy superior al valor diario de las principales variables de la economía real (15 veces superior al PIB mundial, 60 veces superior al comercio mundial y 800 veces por encima de la inversión extranjera directa). También las bolsas han sido un ámbito privilegiado para la formación de estas burbujas financieras. Mientras que la actividad productiva real crecía a escala mundial en torno al tres o cuatro por cien entre 2002 y 2007, la bolsa experimentaba crecimientos de…