POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 154

Asia Central tras la retirada de Afganistán

Nicolás de Pedro
 | 

Los regímenes centroasiáticos afrontan la retirada de Afganistán como una oportunidad, no como un desafío estratégico. Más allá del riesgo del narcotráfico y el yihadismo, el futuro de la región dependerá de lo que suceda en el país tras la salida de las tropas.

 

El impacto en las repúblicas centroasiáticas derivado de la retirada internacional de Afganistán en 2014 resulta incierto. La preocu­pación que muestran Moscú y otras capitales de la región invita a pensar que se cierne una amenaza grave e inminente sobre el Asia Central exsoviética. Los principales riesgos en el horizonte son un aumento del tráfico de heroína afgana y la expansión de la actividad de grupos insurgentes de composición centroasiática, como el Movimiento Islámico de Uzbekistán (IMU, en inglés).

 

Se trata, sin duda, de dos cuestiones cuya gravedad ha de ser tenida en cuenta. Sin embargo, conviene no perder de vista que los principales desafíos que afrontan las repúblicas centroasiáticas son endógenos, y tanto el conflicto afgano como la amenaza yihadista son un espantajo recurrente en manos de los autócratas locales. De hecho, en línea con su enfoque de la última década, más allá de la retórica oficial, los regímenes centroasiáticos parecen afrontar la retirada internacional más como una oportunidad que como un desafío estratégico. La reversión de la llamada red de distribución del norte (NDN, por sus siglas en inglés), es decir, que el territorio centro­asiático sirva ahora no como ruta de suministro sino de repatriación del material desplegado en Afganistán, garantiza pingües beneficios, donaciones de equipos militares y, si no respaldo político, al menos mutismo occidental sobre el desempeño de los regímenes locales…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO