Ningún argentino cree en las encuestas de opinión, pero todos estaban seguros de que la senadora Cristina Fernández de Kirchner sería la próxima presidenta de Argentina. Su esposo, el actual presidente Néstor Kirchner, se convertirá el 10 de diciembre, día en que terminará su mandato, en el primer presidente argentino en concluir su periodo constitucional en ocho años, y el segundo en hacerlo en los 24 años que transcurrieron desde la restauración democrática, en 1983.

Todos los presidentes argentinos anteriores, salvo Carlos Menem, en 1999, debieron abandonar el gobierno antes de la culminación del mandato constitucional. En un sistema presidencialista como el argentino, ese abandono precipitado del poder por parte de los presidentes significó también, en cada caso, una fenomenal crisis previa, tanto política como económica y social. Significó, en última instancia, un proceso de extendido sufrimiento social.

¿Kirchner ha hecho las cosas tan bien como para concluir su mandato y poder trasladarle el gobierno a su propia esposa? El presidente argentino debió afrontar en los últimos meses problemas de alta inflación, crisis energética y varios escándalos por presuntos hechos de corrupción en su gobierno. Tampoco es un líder carismático ni un buen orador. Su habitual discurso de tribuna está siempre dirigido a conformar al público presente con palabras no carentes de demagogia.

Sin embargo, es también el presidente que lideró el periodo más largo de crecimiento de la economía argentina desde la guerra y la posguerra, de 1941 a 1947. Neutral en la Segunda Guerra mundial, Argentina fue durante esos años un país beneficiado por los altos precios de los alimentos, promovidos por el consumo de las naciones que participaban o habían participado en la guerra.

Kirchner se ha beneficiado ahora, además, de dos decisiones electorales acertadas. Una fue la renuncia que hizo a la posibilidad de su propia…