Hasta mediados de noviembre, 2018 venía siendo un año preelectoral relativamente plácido para Argelia. La elección presidencial prevista para abril de 2019 había sido abonada con presupuestos expansivos. También la fortuna, en forma de subida de precios del petróleo, parecía acompañar al intento de alcanzar un quinto mandato para el presidente Abdelaziz Buteflika. En paralelo, el círculo presidencial había tomado decisiones importantes, destituyendo a figuras prominentes del ejército, la policía y la judicatura. En el plano económico, el propio presidente adoptó decisiones populares y afirmó su control sobre el sector energético. La agenda aparecía despejada y se esperaba que la reelección generase una ventana de oportunidad para avanzar reformas energéticas y económicas.
Sin embargo, debido a causas poco claras de consecuencias aún más inciertas, el relato se ha torcido. Ahora gira en torno a la “continuidad”, que no necesariamente sugiere, como pudiera parecer, un nuevo mandato. De hecho, en el momento de escribir estas líneas sigue sin estar claro en qué consiste eso de la “continuité”. ¿Un quinto mandato? ¿Una prórroga del cuarto, con o sin reforma constitucional mediante? ¿Continuidad como sucesión ordenada? Más que especular con respuestas que pertenecen al ámbito político o con nombres de candidatos, es preciso reflexionar sobre lo que la incertidumbre implica para el proceso de reformas energéticas emprendidas por Argelia en el último año y medio.
¿Continuidad presidencial?
La narrativa del quinto mandato dominó la escena política argelina hasta el 1 de noviembre de 2018, cuando el presidente participó en una ceremonia de homenaje a los mártires de la revolución en el 53 aniversario de la independencia. Buteflika, que llevaba tiempo sin mostrarse en público, apareció ante las cámaras deteriorado por la edad y la enfermedad que arrastra desde 2013. A partir de ese momento, la “continuidad” se convierte en discurso oficial…