La UE necesita un nuevo ‘frente gasista’ que compense la dependencia de Rusia. Argelia, como suministrador fiable para Europa, tiene la oportunidad de impulsar la creación de una asociación estratégica en el Mediterráneo que incluya a sus vecinos del norte de África.
El abuso de poder energético por parte de Rusia no es un buen presagio ni para sus ciudadanos, ni para sus vecinos, ni para el resto del mundo. Los amos de Gazprom, el gigante del gas propiedad del Estado ruso, no se molestan en ocultar su deseo de que los grandes proyectos energéticos sean cosa de familia, y no se privan de complicarle la vida a aquéllos que, dentro de Rusia, pretendan plantarles cara. El ensañamiento también es una característica del comportamiento ruso con respecto a sus vecinos más próximos, Ucrania, Georgia y Bielorrusia, aunque estos últimos distan de ser inocentes. El gobierno ruso no es el único que intenta llevarse una parte mayor de las ganancias generadas por los altos precios del petróleo y del gas, pero si se produjera una caída pronunciada de los precios, su actitud hacia las compañías extranjeras que trabajan en Rusia podría volverse en su contra.
Desde la interrupción del suministro de Gazprom a través de Ucrania el 1 de enero de 2006, la mayor parte de los análisis se han centrado en la dependencia de la Unión Europea del gas ruso: de todo el gas importado por la UE, un 42 por cien proviene de Rusia. A principios de este año, Noruega, de donde procede el 27 por cien del gas, se comprometió a ser un “suministrador de energía fiable”, concepto que ha caracterizado al país nórdico como exportador de gas y petróleo. Aunque la creación de un gigante energético noruego tras la fusión de Statoil y Norsk Hydro, valorada en…