El papel de Arabia Saudí en la escena internacional se ha transformado de forma radical en los últimos años. Antes considerado un actor temerario y desestabilizador, Riad está ahora en condiciones de influir en las tendencias regionales y mundiales tras los cambios geopolíticos desencadenados por la invasión rusa de Ucrania y la retirada de Occidente de Oriente Medio y África del Norte. Aprovechando su capital energético, financiero y político, Arabia Saudí se ha convertido en una potencia media con una enorme influencia en un orden mundial multipolar. Los líderes regionales y mundiales han acudido al reino con nueva intensidad, buscando en Riad un actor clave para ir más allá de la guerra entre Israel y Hamás y avanzar hacia un marco de seguridad regional nuevo, integrador y a largo plazo.
Este mayor peso geopolítico ha llevado a Riad a realizar maniobras de cobertura extremas entre actores rivales globales y regionales con el objetivo de asegurar sus propios intereses nacionales inmediatos y maximizar su influencia. En este sentido, su nueva política regional e internacional puede definirse como “accionismo oportunista”. Arabia Saudí trabaja para convertirse en el líder y pivote de la región en su conjunto y utilizar este papel para conseguir un asiento en la mesa mundial como representante de un Oriente Medio conectado económicamente y estable. A nivel mundial, el oportunismo de Riad le ha llevado a entablar relaciones transaccionales con diversos actores globales en consonancia con los distintos intereses y vulnerabilidades saudíes. Al haber perdido la fe en las garantías de seguridad estadounidenses, Riad se ha centrado en maximizar su autonomía para obtener beneficios de diversos socios, confiando en poder sortear con éxito las presiones que surgen de este enfoque sin verse enredado en la competencia entre Estados Unidos y China.
Esta evolución no ha pasado desapercibida en las…