Jaime Ojeda, publica su Carta de América en POLÍTICA EXTERIOR, número tras número, desde comienzos del presente siglo, marzo de 2001. La interrumpe en éste, por razones obvias, para reanudarla en el próximo. Ojeda vive cerca de Washington DC, donde ha representado a España, como embajador, entre los años 1990 y 1996. Hoy es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Shenandoah, Virginia. El parecer de este diplomático, joven y reciente septuagenario, buen conocedor del género humano y de las instituciones americanas, es tajante: nunca desde el fin de la Segunda Guerra mundial ha atravesado Estados Unidos una polarización tal, nunca el país ha estado tan dividido. Este enfrentamiento moral de los ciudadanos es sin duda perjudicial, dañino para los objetivos de América. Es, digámoslo abiertamente, el resultado de cuatro años del segundo Bush, tan distinto de su padre. Es el fruto de una administración dividida. Pero es sobre todo el resultado de un espíritu, o de una falta de espíritu: demasiadas simplificaciones, excesivo secretismo, deformidades sin cuento.
Para un observador europeo de tendencia conservadora o socialista, se ha establecido en el Viejo Continente una suerte de acuerdo tácito sobre la incompetencia y temeridad de George W. Bush.
Escribimos cuando falta una semana para el 2 de noviembre. No entraremos en la pugna que se desarrolla hoy en estados clave –Pensilvania, Ohio, Florida…– cuando John F. Kerry denuncia la imprevision de Bush, su deseo de lanzarse a una invasión del calibre de la de Irak, con tropas insuficientes, con presupuestos escasos. Al robo de 370 toneladas de explosivos el 20 de octubre, seguido del asesinato de 50 muchachos iraquíes, aspirantes a soldados de la Guardia Nacional, trasladados sin protección desde un cercano centro de entrenamiento a Bagdad, señala el feroz derrotero de esta guerra, empezada cuando acababa oficialmente en…